Aventuras en Darmstadt (II)

[Primera parte de la crónica del segundo día en Alemania, voy con retraso pero no tengo Internet en casa todavía (como no lo tenga pronto me mueroooooooo) y claro yo escribo mis aventuras pero hasta que no me paso por un cibercafé no puedo publicar nada. El teclado está mugriento y tiene letras raras, quiero internet en mi portátil ya]


Ich habe eine Wohnung

En el título debería decir algo así como "yo tengo un piso", pero puede que diga cualquier otra burrada, son las cosas del alemán. Y sí ya tengo casa, mañana firmo los papeles me dan la llave y empiezo a vivir.

Empecemos por el principio, y el principio es Melanie, la chica encargada de gestionar la mudanza de los YGT (Young Graduated Trainee) a Darmstadt. Tiene una empresa de esas que no tenemos en España o por lo menos yo nunca había oido de ellas, un Reallocation Service. Y el objetivo de su empresa es falicitar no sólo encontrar piso, sino ayudar a hacer todo el papeleo o explicar conceptos difíciles de entender para un no alemán como el de dónde carajo tirar la basura. Pues bien Melanie se puede definir en una palabra que tampoco se ve mucho en España: productividad. Eficiencia 100%. Aparte de ser un encanto en media mañana (3 horitas escasas) hemos visitado 8 pisos, y la mayoría de las citas las ha ido concertando en tiempo real mientras conducía el Mercedes de una visita a la siguiente, sólo hemos parado cuando necesitaba leer el periódico para buscar más ofertas.

Buscar casa es una experiencia peculiar. Sabes cuando estás en la casa de tu vida (o al menos de tu año) porque se te ilumina la cara y dices ésta, ésta es para mi. Cualquier intento racional de comparar es sólo una tapadera para justificar una decisión puramente emocional. No es posible utilizar la lógica en esto, no se pueden comparar casas, es como comparar peras con naranjas o mezclar churras con merinas. ¿Qué criterio lógico se aplica? ¿el precio? ¿qué precio tiene que puedas ir andando al trabajo? ¿cuántos euros vale la sensación de que una casa sea acogedora? Vamos que al final he pasado de la hoja de Excel de la muerte en la que iba apuntando precios de casas y prestaciones y he cogido la que más me ha gustado.

He visto de todo: una tercera planta de un chalé amueblado y muy grande pero con una decoración rancia a más no poder; pisos vacíos en el centro de la ciudad que parecían antiguas oficinas (y vacío significa vacío, como mucho cocina simple con minifrigo, fregadero, cocina eléctrica y poco más); pisos de una sola habitación vacía multiuso (dormitorio, cocina, sala de estar, hall... un poco estresante si te gusta tener espacios separados y poder cambiar de habitación de vez en cuando); otra tercera planta de un chalé, esta vez sin amueblar, pero muy mona con su parqué, sus vigas descubiertas y un baño enorme... y mi nueva casa. De momento sólo os cuento que tiene una habitación grande con una cama infinita, un baño, una terracita, un hall-pasillo y luego una sala de estar con una cocina americana, 58 metros para mi solito y para las futuras visitas, claro está. No era la más barata, de hecho era de las más caras, pero al final la diferencia era de poco más de 100 euros al mes y la casa está totalmente amueblada (¡tiene hasta plancha y cafetera!), no tengo que pagar a una agencia y puedo mudarme ya. Vamos por dar una justificación lógica, que los 1.200 euros de diferencia en un año me los habría pulido rápidamente en comprar los muebles en cualquiera de las otras casas o en pagar a la agencia o en estar 15 días más en un hotel en lo que terminaban de arreglar la casa.

Así que mañana me mudo y os prometo en breve un tour interactivo al más puro estilo del de Marta en Soria.