04.04.2006


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Desconozco que impulso es el que me trae aquí, a este lago, tal vez sea porque es lo más cercano parecido al mar, pero es aquí donde acabo cuando lloró, ya sea de alegría o de tristeza. Era inevitable que viniera hoy. Hubo suerte, esta vez fue de alegría.

No puedo explicar por qué me quiero ir a trabajar fuera, otro país, otra lengua, otra vez empezar de nuevo. Sólo sé que siento que tiene que ser así, que es el camino que tengo que tomar. Sé que la gente no me entiende cuando digo esto pero estaba frustrado, casi avergonzado de mi actual situación. Cada vez que alguien me preguntaba que tal me iba la vida no tardaba ni un minuto en hablarle de la posibilidad de irme a Alemania, ignorando todo sentido de la prudencia y poniendo más presión sobre mí, demasiado riesgo, pero era visceral, inevitable. Y no creo que sea tan difícil de comprender, es una cuestión aritmética, la diferencia notable entre las expectativas y la realidad causa infelicidad, tengas el peor o el mejor trabajo del mundo, es una magnitud relativa, no absoluta. Y ahora tengo los mejores compañeros, unas condiciones inmejorables y un buen sueldo. Pero quería otra cosa.

Y esa otra cosa ha llegado hoy, in extremis, era el tercer y último intento, se me estaban acabando las oportunidades para tener algo así, pero sobre todo se me estaban acabando las ganas. Me estaba planteando tirar ya la toalla, reajustar mis expectativas a lo que tenía y vivir tranquilo en la Junta hasta el fin de los días (o de mi contrato de becario). Tal vez era un camino que no estaba a mi alcance, me decía.

Aunque de vez en cuando la vida tiene cosas caprichosas, otras veces no. Uno se pone a andar, con o sin camino, y a veces llega. Yo he llegado hoy. Lo conseguí. Me voy a trabajar a la Agencia Espacial Europea. Guten morgen Alemania.

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